A falta de poco más de un mes para celebrar su primer aniversario, la realidad del centro comercial Muelle Uno es muy distinta según el mostrador desde el que se mire. Mientras bares y restaurantes navegan a toda vela, en las tiendas no acaban de levar anclas. El verano no ha sido malo del todo para los comercios, aunque el dinero que entra en caja no se acerca ni de lejos a sus previsiones. «Hay mucha gente paseando, pero pocos comprando», se lamenta un empleado de la joyería Montinas. La crisis está demasiado presente en los negocios de textil, complementos y decoración que jalonan el paseo, aunque la puntilla se las ha puesto el cambio de itinerario de los autobuses que trasladan a los cruceristas. «Desde que salen y entran por la Farola, los únicos turistas que vemos por aquí son algunos que vienen despistados», afirma Rocío Pérez, responsable de La Mandrágora.
El panorama es tal que los comerciantes han aparcado los recelos iniciales que tenían sobre la posibilidad de tener un supermercado como vecino para ahora considerarlo como una buena oportunidad para atraer a más gente durante todo el día. Respaldan así las intenciones de la concesionaria de Muelle Uno de implantar una tienda de alimentación que sirva de locomotora (como adelantó ayer SUR), a pesar de que en diciembre de 2010 la Autoridad Portuaria ya vetó los planes de Unión de Iniciativas Marina de la Farola de instalar un Carrefour de alta gama después del rechazo generalizado con el que la propuesta se topó por parte de colectivos ciudadanos y administraciones públicas. Ahora, con el cambio en la presidencia del Puerto (José Sánchez Maldonado acaba de ser nombrado tras la marcha de Enrique Linde), la promotora vuelve a mover ficha, consciente de la necesidad de impulsar la actividad diaria en este privilegiado enclave.
Un soplo de aire fresco
«Dejémonos de historias de elitismo y de calidad, todo lo que sirva para atraer público es beneficioso para nosotros. Quizá un súper no sea lo ideal, pero si va a suponer un soplo de aire fresco, bienvenido sea», asegura Javier Ortega, encargado de la tienda de moda masculina Emblems. La misma visión reflejan las palabras de Rocío Pérez al afirmar que «lo de la calidad da igual, ya que lo que verdaderamente hace falta es que venga gente, ya sea porque pongan un supermercado, un cine o una tienda de discos». En este sentido, el responsable de otra joyería también propone el desembarco de una superficie comercial que dinamice este espacio, aunque matiza: «No sé hasta qué punto un supermercado puede traer a gente distinta. Los vecinos de la zona ya vienen a pasear por aquí, así que la posibilidad de que puedan venir a hacer la compra no significa que vayan a entrar en el resto de tiendas». Aun así, considera que es «mejor alternativa» que los locales que todavía están sin uso.
A quienes no les acaba de convencer la iniciativa es a los residentes de La Malagueta. «Con lo que nos costó conseguir que no lo pusieran, ahora vuelven a intentarlo», se lamenta la presidenta de la asociación de vecinos, Lola Navas. Aun así, también recalca que el centro comercial necesita un impulso. «Si les viene bien a los demás, vale, porque da mucha pena ver los negocios vacíos, pero el dinero de las familias no va a salir de las piedras porque pongan un supermercado», advierte.
«Dejémonos de historias de elitismo, quizá un supermercado no sea lo ideal, pero todo lo que sirva para atraer público será beneficioso».
«Lo de la calidad da igual, lo que verdaderamente hace falta es que venga gente, ya sea por un súper, un cine o una tienda de discos».
«Aún hay mucha gente que no sabe que aquí, además de bares, también hay tiendas, así que lo veo bien si sirve para que vengan».
Fuente: DiarioSur.es